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Sitio Especial 29 de Julio


Militante

Elecciones legislativas de 1912.  Se aplicaba por primera vez la Ley Sáenz Peña que estableció el voto universal (masculino), secreto y obligatorio.   Con la sanción de la Ley Sáenz Peña, Ricardo Rojas realizó su primera incursión en la actividad política postulándose como candidato a diputado nacional por la Capital Federal. Durante el gobierno de Yrigoyen se manifestó contrario a su política, pero luego de su derrocamiento en 1930, se incorporó a las filas de la Unión Cívica Radical. Fundamentó esta decisión diciendo:

“Yo que nunca había actuado en ninguna agrupación política, ingresé en la disciplina de la única que se extiende por todo el país y que cobra su aliento en nuestra propia historia. Los nietos de los próceres y las gentes anónimas que allí se congregan en una fuerte solidaridad de patria, me recibieron como a un viejo amigo. Ocupé mi puesto como el más humilde de todos. No era la hora de las canongías sino la hora de los vejámenes. Pero era también la hora de la esperanza, que siempre nace de un gran dolor, y este libro es el mensaje de mi esperanza cívica, puesta hoy en el radicalismo de mañana”.

Rojas, Ricardo: El radicalismo de mañana, Buenos Aires, Losada,      1946, p. 21

Después del golpe de Estado, el Comité Nacional de la UCR dispuso la reorganización del radicalismo en todo el país. Marcelo T. de Alvear asumió la presidencia del partido.

El presidente de facto, Félix Uriburu planeaba modificar la constitución para incorporar el voto calificado. Para evaluar cómo reaccionaría la población convocó a elecciones de gobernador en la provincia de Buenos Aires en abril de 1931, ocasión en la que el radicalismo salió triunfante. Ante semejante sorpresa, las elecciones fueron anuladas y se convocó a nuevos comicios para fines de ese año. 

El fraude se anunciaba. El radicalismo se decidió por la abstención. Ricardo Rojas fundamentó el abstencionismo en un documento titulado El Comicio Cerrado, que entre otras cosas dice:

“En la iniquidad que denunciamos, el Radicalismo se exalta y purifica como un leño en su llama. La prueba a que se nos somete es nuestra justificación ante la historia. La Unión Cívica Radical no vive de anécdotas electorales, ni de días burocráticos, sino de ideales heroicos y de lustros históricos. Nuestro es el porvenir, porque la juventud y el pueblo están con nosotros”.[

]Rojas, Ricardo: “El comicio cerrado” en Luna, Félix: Irigoyen, Buenos Aires, Hyspamérica, 1985, p. 417.

Aunque hubo diferencias entre el abstencionismo postulado por Alvear -funcional al esquema propuesto- y el de los yrigoyenistas –que lo acompañarían con formas de resistencia armada- la UCR sostenía la necesidad de presentar candidatos que, seguramente, recibirían votos porque la población continuaba siendo radical. La fórmula propuesta -Alvear-Güemes- fue vetada por el gobierno de facto. Así, el militar Agustín P. Justo ganó las fraudulentas elecciones presidenciales.

En 1932, Rojas escribió El radicalismo de mañana, “movido por mis viejos ideales nacionalistas y por mi amor al pueblo”.

Entre 1930 y 1933 estallaron una serie de rebeliones militares en Córdoba, al mando del general Severo Toranzo, en Chaco y Corrientes, comandadas por Pomar, los hermanos Kennedy en La Paz (Entre Ríos), entre otras. Todas ellas fueron sofocadas y el gobierno de facto deportó y encarceló a numerosos dirigentes radicales, entre ellos, Ricardo Rojas.

En la primera ocasión fue encarcelado en la isla Martín García y en la segunda, fue recluido en la cárcel de Ushuaia. Rojas en su libro Archipiélago y en el poema “Albatros” describió las bellezas naturales del paisaje austral, de su flora y fauna, recopiló mitos indígenas y también caracterizó la vida en el presidio, y a sus habitantes:

“El Penal de Ushuaia, que antes se llamó Presidio Nacional, ocupa un área de 400 metros de frente sobre el Beagle, y 200 de fondo, hacia la cordillera Le Martial. La imponente mole de piedra señorea entre el humilde caserío de tablas que la circunda [...] y la vida transcurre en el encierro monótomo a que el clima austral obliga. Por su economía y sus costumbres, toda la aldea es un apéndice del presidio [...] Semejante régimen de vida no puede sino bestializar a quienes lo sufren, sin provecho para la sociedad cuando están recluidos y con peligro para ella cuando salen en libertad”.

Rojas, Ricardo: Archipiélago. Buenos Aires, Losada. 1942, p. 101-107.

Cárcel de Ushuaia.              Ricardo Rojas durante su presidio.   Julio A. Roca fue el precursor de la idea de instalar un presidio en Ushuaia. En 1902 se colocó la piedra fundamental de la cárcel que se terminaría de construir en 1911. La cárcel funcionó allí hasta 1947.

Pasó sus días en Ushuaia fascinado por los bellos paisajes y escandalizado por la cotidianeidad de la vida en la cárcel, donde debió convivir con presidiarios de distintas nacionalidades, “fieras humanas” como el descuartizador de Palermo, alias Serruchito o con “insensibles morales como el Petizo Orejudo”. Mientras por un lado puede contemplar y meditar, componer obras doctrinarias o didácticas acerca de la moral, la historia y la política y cantar loas a los hermanos de la patria, por otro lado, evidencia una hermandad no nacional sino de clase, ya que es claro que divide a la sociedad entre los que son amados y los que son repudiados y estigmatizados como socialmente peligrosos.

Cuando en 1935 la Convención Nacional de la UCR levantó la abstención electoral, Rojas se opuso junto a otros convencionales. Durante el debate sostuvo que no estaba dada la situación para garantizar la libertad del voto y expresó que: "No hay civilización donde no hay norma jurídica y donde el valor individual de la personalidad humana no es respetado por el régimen del Estado. El individuo no fundaría el Estado si esa fuerza se volviera en contra suyo".

En disonancia con el Comité Nacional de la UCR, abandonó su actividad militante y la retomó en 1945 para postularse como candidato a senador por el radicalismo de la Capital Federal, en oposición al peronismo. Fue presidente de la Convención Nacional de la UCR, en 1948, que aprobó el documento de Avellaneda (4/04/1945) que establecía la fe doctrinaria y las bases de acción política del radicalismo fundadas en las ideas de Yrigoyen.

Por entonces, Rojas se expresó en contra de la reforma constitucional propuesta por el peronismo y evaluó el momento como: “[...] una hora de equívocos peligrosos para el destino de la Argentinidad. Porque haya habido unas elecciones con cuarto oscuro, creemos que la Constitución se ha cumplido. No. [...] Cuando el pueblo ha votado por el actual presidente no ha sido para que violara la Constitución y todas las leyes de la República, sino para que las cumpliera. Yo pienso, señores, que la Unión Cívica Radical tiene hoy, como principal problema de su destino y del destino de la República, impedir que la Constitución de 1853 sea profanada en estos días ingratos [...]".

Durante la primera sesión de la Convención Nacional Constituyente (24 de enero de 1949), los radicales presentaron un proyecto de impugnación a todos los títulos de los convencionales y decidieron retirarse para no convalidar la reforma.

Concluido su mandato en la Convención Nacional de la UCR, se alejó de la actividad partidaria, reapareciendo a partir de septiembre de 1955, cuando la autodenominada “Revolución Libertadora” había derrocado al gobierno de Juan Perón, situación que Rojas saludó con alegría. El gobierno de facto fue asesorado por una Junta Consultiva Nacional, integrada por representantes de los partidos políticos democráticos e intelectuales. Una de sus decisiones fue la designación de Ricardo Rojas como embajador argentino ante la República del Perú, cargo que éste rechazó. Luego de una crisis interna en 1956, la UCR se dividió. Rojas apoyó al sector de la Unión Cívica Radical del Pueblo liderada por Ricardo Balbín.

Le proponemos la lectura de una entrevista a Ricardo Rojas en la que explica su acercamiento a las filas del radicalismo. La entrevista fue publicada por el periódico Noticias Gráficas el 10 de octubre de 1931.

Entrevista a Ricardo Rojas