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El joven Ricardo Rojas.  Ricardo Rojas nació en Tucumán el 16 de septiembre de 1882. Su padre, Absalón Rojas, era por entonces gobernador de Santiago del Estero y miembro de una de las familias más tradicionales de la provincia. Ricardo pasó allí su niñez y realizó sus primeros estudios, egresando como bachiller del Colegio Nacional, en 1898.

Luego del fallecimiento de Absalón, la familia se trasladó a Buenos Aires, donde residió el resto de su vida. En 1913, Ricardo Rojas se casó con la hija del gobernador de Tucumán, Julieta Quinteros.

A los 15 años comenzó a publicar artículos y poemas en los periódicos de Santiago del Estero y, radicado en Buenos Aires, dio a conocer su trabajo a través de la revista Ideas de Manuel Gálvez y Ricardo Olivera. Con ella se proponía “la gestación de un ideal para el pueblo argentino". Además de escribir notas para el periódico El País, de Carlos Pellegrini,colaboró con la revista Caras y Caretasy el diario La Nación. Sus trabajos fueron reproducidos en periódicos y otras publicaciones de España y América del Sur.

Comenzó la carrera de abogacía pero no la terminó, absorbido por su trabajo literario. Su primer libro se llamó La victoria del hombre (1903), con prólogo de Guido y Spano y del español Miguel de Unamuno.

En los años 1907 y 1908, siendo funcionario del Ministerio de Instrucción Pública, viajó a Europa para estudiar el régimen de la educación histórica en las escuelas del Viejo Mundo. Durante su estadía publicó El alma española. A su regreso presentó un informe que llevó el título de “La restauración nacionalista”. El gobierno lo editó como informe oficial y fue distribuido gratuitamente en las escuelas; en él incluyó orientaciones para el adoctrinamiento cívico que debía realizarse desde las instituciones educativas.

Rojas integró la "generación del Centenario", compuesta por jóvenes escritores avezados, con formación intelectual disímil, pero con la firme idea de encender el fervor patriótico del argentino medio. Aplaudían la labor de sus progenitores, pero les reprochaban algunos de los resultados (cosmopolitismo, pérdida de la identidad) que esa obra provocó en país. En tal sentido, los escritos de esos intelectuales estuvieron encaminados a la investigación acerca de los orígenes y la conformación de la argentinidad. Las obras de Rojas: Blasón de plata (1912), La argentinidad (1916), Eurindia (1924), entre otras; tendían a exaltar el orgullo nacional y la fusión de la cultura americana y europea.

A pesar de no haber concluido sus estudios universitarios, su prestigio intelectual lo habilitó como docente universitario. Fue profesor de Literatura Española en la Universidad Nacional de La Plata y el primer profesor de Literatura Argentina en la Universidad Nacional de Buenos Aires; miembro de sociedades científicas como la Academia Real de Letras de Madrid, la Sociedad Hispánica de los Estados Unidos de Norteamérica, la Sociedad de Historia y Numismática de Buenos Aires, y el Consejo Académico de la Universidad de La Plata.

En 1926, fue elegido Rector de la Universidad de Buenos Aires, cargo que desempeñó hasta 1930. Fundó el Instituto de Literatura y el Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, del Gabinete de Historia de la Civilización y de la Escuela de archivistas, bibliotecarios y técnicos para el servicio de Museos. Recibió el Premio Nacional de Letras por su Historia de la literatura argentina.

Ricardo Rojas y Rubén Darío en Francia.  Durante su estadía en Europa, conoció a destacados escritores americanos y europeos con los que entabló relación. Entre ellos se encontraba el nicaragüense Rubén Darío –cónsul de su país en París- quien relató que solía frecuentarse con Ricardo Rojas. En otro viaje a Gran Bretaña, Darío relató en su Autobiografía que: “(...) pasé con el poeta Ricardo Rojas horas de intelectualidad y cordialidad en una villa llamada ‘La Pagode’, donde nos hospedaba un conde ocultista y endemoniado, que tenía la cara de Mefistófeles. Ricardo Rojas y yo hemos escrito sobre esos días extraordinarios, sobre nuestra visita al Manoir de Boultous, morada del maestro de las imágenes y príncipe de los tropos, de las analogías y de las armonías verbales, Saint-Pol-Roux, antes llamado el Magnífico”.

Darío, Rubén: Autobiografía de Rubén Darío, Barcelona, Linkgua, 2006, cap. LX.

Mantuvo encuentros con el filósofo José Ortega y Gasset cuando en 1916 visitó la Argentina para desarrollar un ciclo de conferencias en Buenos Aires y otras provincias y también durante sus otras visitas en 1928 y 1939. También se vinculó con el intelectual y político español Ramiro Maeztu y Whitney –a quien conoció durante su estadía en Londres-, designado embajador en Buenos Aires por el gobierno de Primo de Rivera, en 1928.

Rojas era amante del teatro. En 1910, durante la conmemoración del Centenario, se estrenó en el Teatro Colón su "Oratorio laico" con música de Pascual de Rogatis. En 1930, su drama histórico "Elelín", inspirado en la llegada de conquistadores españoles desde Perú hacia Santiago del Estero en el siglo XVI, se estrenó en el Teatro Ateneo. Otras obras que llegaron al teatro fueron La casa colonial (1932); Ollantay (1939) y La salamanca (1943).

El Centro de Derecho y Ciencias Sociales lo propuso en 1953 como candidato al Premio Nobel de Letras, solicitud que fue apoyada por varias universidades de América.

Casa de Ricardo Rojas, ubicada en la calle Charcas 2837 de la ciudad de Buenos Aires. Allí funciona desde 1958 —año en que su esposa la donó al Estado Nacional— el Museo e Instituto de Investigaciones 'Casa de Ricardo Rojas'.  La casa de Ricardo Rojas en Buenos Aires no estuvo desvinculada de sus concepciones. Contrató en 1927 al arquitecto Ángel Guido y le hizo construir una morada de arquitectura neocolonial, dispuesta en una sola planta alrededor de un gran patio central al que dan las habitaciones principales y con una fachada idéntica a la Casa Histórica de Tucumán. Tanto la arquitectura como el mobiliario y los artefactos decorativos, están adornados con motivos hispanoamericanos.

En esa casa culminaron los días de Ricardo Rojas el 29 de julio de 1957.

Rojas inauguró el Museo Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras en un nuevo edificio y lo consideró un espacio “(...) igualmente útil para las investigaciones de la ciencia, para las documentaciones del arte y para las sugestiones del sentimiento americano”. Lo invitamos a compartir el discurso que dio en la inauguración del dicho museo.

 

 

 

 

Discurso de Ricardo Rojas en la inauguración del Museo Etnográfico


Fuente: Archivos de la Universidad de Buenos Aires (Boletín Informativo de la Revista de la Universidad), Año II, septiembre de 1927, tomo II, p. 434-439.