Comenzaban a salir los “diarios”, tal como los conocemos hoy; publicaciones de todos los días, que pueden leerse cotidianamente. Los principales eran: El Nacional, dirigido por Dalmacio Vélez Sársfield; La Tribuna, de Héctor Varela; El Siglo, dirigido por Federico de la Barra. La Capital de Rosario (1867). En 1869, Lucio V. Mansilla lanzó El Pueblo Argentino y aparecieron los todavía existentes diarios La Prensa (1869, dirigido por José C. Paz) y La Nación (1870, fundado por Mitre), matutinos por mucho tiempo, medios hegemónicos de transmisión de noticias y manejo de la opinión pública. Por ser aún poco frecuente la venta callejera, los diarios dependían económicamente de las suscripciones, de la fortuna de sus dueños o del favor oficial.
Últimas décadas finiseculares: se componían portadas sin aprovechar todas las posibilidades técnicas: diarios de importante tiraje como La Prensa y La Nación, no incluían grandes titulares ni fotografías. Se registraron cambios con el siglo XX: tecnológicos (implementación de rotativas y linotipias en reemplazo de la composición manual); de política editorial (mayor autonomía de las empresas periodísticas, con cercanías o lejanías con los gobiernos de turno); estéticos y de diseño (empleo de titulares-síntesis de artículos, fotos testimoniales y avisos publicitarios notables o clasificados).
En 1905 apareció La Razón, vespertino que llegó hasta hoy con dos ediciones: la 5ª y la 6ª, y dio respuestas a la ansiedad noticiosa que crecía con los años.
Con Crítica (1913) hubo un cambio significativo. Natalio Botana, su director, salió a competir entre los diarios vespertinos y llegó a vender 300 mil ejemplares. Con redactores notables de estilo lúdico, impuso el titular de gran cuerpo y la noticia policial con inocultable vocación amarillista. Fue particular intérprete de la sociedad argentina de los años 20 y 30 y le entregó a Petit de Murat y a Borges el suplemento de los sábados, que tuvo un sesgo intelectual: ambos de la vanguardia artepurista de los años ’20, del Grupo Florida (editores de la revista Martín Fierro), aportaron el tamaño tabloide, buscando la originalidad expresiva, la supremacía de la forma por sobre el contenido y el alejamiento de cuestiones “banales” como la política. En la otra vereda, se encontraba el Grupo Boedo, donde Roberto Arlt ponía en tela de juicio las divisiones entre “periodismo” y “literatura”.
En 1928 sale El Mundo, en formato tabloide y a mitad de precio. Dentro de él, además de difundirse historietas populares, Roberto Arlt publica sus “Aguafuertes porteñas”.En 1931, se funda Noticias Gráficas, con la novedad de doble página central ilustrada; más tarde Democracia, El Líder, El Laborista y La Vanguardia (1939), diario de interés general.
Subsisten los grandes diarios tradicionales: La Nación, La Prensa, La Capital, La Voz del Interior, El Día y La Razón, en detrimento de una prensa sensacionalista que pierde terreno (Crítica, desde 1930).
Entre 1930 y 1955, con la ampliación del mercado lector y de la industria editorial, son muchas las revistas que se integran al sistema de información, recreación y educación mediante el periodismo; otras (como Caras y Caretas y Nosotros) desaparecen. Las revistas humorísticas (Patoruzú, Cascabel y Rico Tipo), secciones de humor y crónica de costumbres en Crítica, Noticias Gráficas, Democracia, convocan a escritores de la literatura “culta” y a los vinculados con medios masivos, escudados tras seudónimos (“Chamico” y “Alguien”, Conrado Nalé Roxlo; “César Bruto”, Carlos Warnes; “Piolín de Macramé”, Florencio Escardó; “Wimpi”, el uruguayo Arthur Núñez García).
Luego de una larga lucha y reivindicación gremial, se sancionó el Estatuto del Periodista (Ley n° 12.908 de 8 de diciembre de 1946, modificado por Ley n° 13.513 del 15 de octubre de 1948), que estableció los lineamientos legales para ejercer la labor de prensa (condiciones de ingreso, régimen de trabajo, estabilidad, sistema provisional, sueldos, comisiones paritarias, etc.).
En 1945 Roberto Noble fundó Clarín (destacado por su proyección futura y su masividad).En formato tabloide, con logotipo de tapa y titulares con algunas secciones en rojo, incluía deportes y espectáculos. El énfasis en temas locales y su acelerada distribución en los kioscos, le permitió convertirse en uno de los diarios de mayor tirada del país.
Crítica dejó de existir y en 1963 salió Crónica, dirigido por Héctor Ricardo García. Este diario, prontamente, se convirtió en referente de hechos policiales, a golpes de efecto y rasgos sensacionalistas.
En 1971, Jacobo Timerman fundó La Opinión, destinado a intelectuales, artistas, estudiantes y sectores progresistas de la clase media. Con redacción brillante (Horacio Verbitsky, Juan Gelman u Osvaldo Soriano), cobertura especial de las noticias del denominado “Tercer Mundo” y diseño refinado (sin fotografías pero con ilustraciones y caricaturas de Hermenegildo Sabat) La Opinión revolucionó el periodismo argentino.
Con la dictadura militar, hubo censura, clausura de medios, muerte y desaparición de trabajadores de prensa (asesinato del propietario y director del diario El Día de La Plata y del Diario Popular; secuestro y torturas sufridas por Jacobo Timerman y la desaparición del escritor Rodolfo Walsh, creador de la agencia de noticias Prensa Latina). Paralelamente, crecen diarios dedicados a la información exclusivamente económico–bursátil: El Cronista Comercial, La Gaceta Financiera y muy especialmente Ámbito Financiero, creado por Julio Ramos en 1976.
Entre 1974-1983 (muerte de Perón, luchas armadas, dictadura militar 1976-1983, Guerra de Malvinas), los medios reflejan –alternativamente- triunfalismo (revistas como Gente, Somos, La Semana) y decepción de los eternos opositores: diarios La Voz, Crónica (clausurado), revista Humor, (secuestrada).
El nuevo diseño de la cultura popular urbana y de los medios masivos de comunicación en desarrollo generó un escritor-periodista profesional, que transformó incluso estilos y géneros de la prensa escrita.
En 1987, Página/12 sale a la calle dirigido por Jorge Lanata; ofreció -para desconcierto general- en sólo 16 páginas, una cuota de irreverencia, humor, lucidez y desparpajo; otras innovaciones del diario: su diseño e irrevocable rol de opositor.
Estatuto del periodista. Etapa del peronismo |
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