Dirección General de Cultura y Educación

Combates

Puerto Argentino. Soldados izando el pabellón nacional.  El 2 de abril de 1982, se produjo el desembarco argentino en Puerto Stanley. Unos pocos hombres enfrentaron la resistencia que se encontraba resguardando la casa del gobernador Rex Hunt. Se rebautizó el lugar como Puerto Argentino y se creó una gobernación militar argentina que estuvo a cargo del general Mario Benjamín Menéndez, que llegó a la isla el 7 de abril.

Desde el momento del desembarco los kelpers se mostraron contrarios a la dominación argentina y ayudaron a las tropas inglesas pasándoles información, guiándolas por los mejores caminos una vez que habían desembarcado en la isla.

Argentina contaba con una tropa formada por 12.000 efectivos, la mayoría de los cuales estaba poco calificado para encarar acciones en una guerra con el agravante de las condiciones climáticas –frío extremo- en las que se desarrolló. Las fuerzas armadas movilizaron una fuerza naval integrada por el buque de desembarco Cabo San Antonio, el portaaviones 25 de Mayo, los destructores Hércules y Santísima Trinidad, las corbetas Drumond y Granville, el rompehielos Irízar y el submarino Santa Fe. Contó con artillería antiaérea, blindados, apoyo aéreo y misiles tierra-aire.  

Aunque los militares argentinos supusieron que no habría reacción por parte de los británicos, el 2 de abril Gran Bretaña rompió relaciones con Argentina y el gobierno de Margaret Thatcher envió una poderosa fuerza de tareas anfibias a la zona que contó con 36 naves de guerra, más de la mitad de su flota de submarinos nucleares y una tropa de soldados profesionales.

Las fuerzas armadas argentinas no habían previsto que los Estados Unidos se volcaran en favor de su fiel aliado, ni que los miembros del Commonwealth y los países de Europa occidental se solidarizaran rápidamente con Gran Bretaña y efectuaran sanciones comerciales y financieras contra Argentina. Tampoco esperaban que los militares chilenos –aliados en el desarrollo y concreción del represivo Plan Cóndor- brindaran apoyo directo a las fuerzas británicas.  

A partir de estas imprevisiones, los militares argentinos no habían desarrollado un plan de defensa de las islas y fueron improvisando a partir de los acontecimientos.  A partir del 7 de abril, la Junta Militar o el Comité Militar orientó el accionar de los comandos subordinados mediante decisiones adoptadas generalmente en las reuniones de ese Comité. La falta de planificación motivó que se cometieran errores fundamentales respecto de la orientación política y estratégico militar con que se inició, desarrolló y concluyó el conflicto.

Durante los combates, las fuerzas argentinas contaron inicialmente con algunas ventajas significativas gozando de una mejor situación defensiva, utilizando armamento naval y aéreo bastante moderno.

Tropas argentinas desplazándose por la avenida Ross luego del desembarco el 2 de abril.  El 2 de mayo, el crucero argentino General Belgrano que se hallaba fuera de la zona de exclusión declarada por los británicos, fue hundido por el submarino atómico inglés Conqueror, dejando un saldo de 323 víctimas entre desaparecidos y muertos. El Aviso Sobral que también fue atacado, informó que murieron ocho de sus tripulantes.

Para los jóvenes e inexpertos soldados argentinos la muerte fue el temor cotidiano. Muchos habían tenido en sus manos un arma sólo en las prácticas realizadas en cumplimiento del servicio militar y su mente no estaba preparada para enfrentar la situación de matar a un hombre, de ver morir a sus compañeros, de sentir la muerte rondándoles permanentemente. Los soldados de la clase 1963 no habían completado siquiera su instrucción básica de tiro y combate. La tensión se incrementaba debido a la carencia de alimentos, el frío intenso y la humedad de las trincheras ya que no se previeron las necesidades de orden logístico y esto fue causa de serios problemas de desnutrición y de enfermedad en los soldados; el zumbido de los aviones o de los misiles enemigos que se oían en la soledad de los pozos donde pasaban largos y penosos días.

No sólo cundía el miedo en las trincheras. Los soldados tuvieron mucho coraje para enfrentar las situaciones adversas y extremas, que propiciaban solidaridad con los camaradas y lazos de amistad y hermandad, que fueron el consuelo frente a tantas penurias.

Una vez que las acciones se iniciaron en territorio de las islas, las fuerzas británicas presionaban con una manifiesta superioridad en armamentos, en preparación de sus soldados y en recursos para sobrevivir en el lugar. Semejante desproporción de fuerzas, sumado al hundimiento del crucero General Belgrano, volcó la balanza del lado inglés.

Al promediar la tarde del 14 de junio, el Estado Mayor Conjunto argentino dio a conocer el Comunicado N° 163 que hacía mención de conversaciones entre los jefes de las fuerzas en pugna. El mismo día 14, cerca de la medianoche, fue firmada el Acta Final de Rendición del comandante de las fuerzas argentinas de aire, mar y tierra, general Menéndez ante el representante del gobierno británico, general Jeremy Moore.

Cuadro de texto:    Prisioneros ingleses custodiados por el suboficial mayor Jacinto Batista durante la toma de Puerto Argentino. 2 de abril de 1982.  La guerra dejó como saldo la muerte de 649 soldados argentinos, 255 ingleses y 3 isleños y sus familias desechas. Los ex-combatientes iniciaron el largo camino de reinsertarse en una sociedad hostil. La Argentina perdió la posesión de las islas y por mucho tiempo la posibilidad de reanudar negociaciones con Gran Bretaña. La Junta Militar no pudo perpetuarse en el gobierno y tuvo que abrir camino a la restauración democrática.

 














Incluimos cartas enviadas por los soldados Julio Cao y José Luis Hierro a sus seres queridos desde su lugar de combate en las islas Malvinas.

Carta del maestro Julio Cao a sus alumnos de la escuela N° 32, de Laferrere

Carta del soldado José Luis Hierro a su familia.