A pesar de los esfuerzos del Proceso de Reorganización Nacional por anular la protesta social, a través de la represión y la instauración de un discurso único y verdadero, varios fueron los espacios de participación clandestina que se mantuvieron gracias a muchas personas que –poniendo en riesgo su vida- buscaban abrir diferentes caminos a la asociación y la solidaridad; como así también para organizar el rechazo hacia la dictadura.
Quienes ocuparon ese espacio fueron integrantes del movimiento obrero, los partidos políticos y los movimientos de defensores de los derechos humanos. Entre ellos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el Servicio de Paz y Justicia coordinado por Adolfo Pérez Esquivel, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos –conformado por laicos y religiosos representantes de las iglesias católica y protestante-.
Durante el período, se conformaron otras organizaciones como por ejemplo, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas (1976), integrada por personares que comenzaron a conocerse al visitar a sus familiares en las cárceles. Realizaron una primera manifestación ante el Congreso el 14 de octubre de 1977 para presentar una petición ante la Comisión de Asesoramiento Legislativo. La marcha terminó con el apresamiento de 350 personas.
En marzo de 1980, se formó el Centro de Estudios Legales y Sociales donde muchos abogados colaboraban con la gente para recepcionar denuncias de familiares y organizar lista de desaparecidos.
También, desde 1977, comenzaron a juntarse madres y abuelas que tenían a sus hijos y a nietos desaparecidos. Sobre los inicios, algunas de ellas expresaron:
“Después de encontrarnos, desde marzo del ’76, en todos los comandos militares, en el Ministerio del Interior, en todas las comisarías, en las cárceles, en todo lugar donde se podía preguntar por los hijos y a casi un año de deambular por todas partes, nos encontrábamos siempre las mismas caras, entonces decidimos hacer una presentación al Ministro y nos reunimos el sábado 30 de abril de 1977 por la mañana, claro, nos dimos cuenta que el sábado la casa de gobierno estaba cerrada, y que no había posibilidades de nada. Eran catorce madres, Volvimos la semana siguiente y quedó prácticamente concertada la reunión de las madres: volvíamos cada semana por novedades [...]”
Jelin, Elizabeth. Los nuevos movimientos sociales. Derechos humanos. Obreros. Barrios. Buenos Aires: CEAL, 1985, p. 13
Paralelamente a las acciones del terrorismo de Estado, se llevaba a cabo la búsqueda de respuestas por parte de los familiares nucleados en las diversas entidades de derechos humanos. Así, realizaron una serie de reclamos ante organismos gubernamentales y no gubernamentales tratando de que sus preguntas fueran contestadas. Los objetivos de estas agrupaciones eran la búsqueda de la verdad, la justicia y la libertad, valores que se transformaron en su bandera de lucha.
Al igual que sucedió con el movimiento obrero, entre las organizaciones de derechos humanos surgieron dos posturas: una, proclive al diálogo con los militares y otra, intransigente y en abierta oposición a ellos.
En 1980, Adolfo Pérez Esquivel del Servicio de Paz y Justicia recibió el Premio Nobel de la Paz por su incansable trabajo en defensa de los derechos humanos. En el discurso, al recibir su premio en Oslo, Pérez Esquivel expresó:
“Mi voz quiere tener la fuerza de la voz de los humildes. [...] La violencia institucionalizada, la miseria y la opresión generan una realidad dual, fruto de la persistencia de sistemas políticos y económicos creadores de injusticias, que consagran un orden social que beneficia a unos pocos: ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”.
En diciembre de 1981, las Madres decidieron prolongar la habitual marcha de los jueves durante veinticuatro horas. Con el apoyo de otros organismos de derechos humanos, convocaron la primera Marcha de la Resistencia bajo la consigna: “Aparición con vida de los detenidos-desaparecidos”. La marcha se realizaba para manifestar ante la Casa de Gobierno -donde al general Viola le quedaban pocas horas de mandato presidencial de facto- por la necesidad de conocer acerca del destino de los detenidos-desaparecidos.
Las Madres fueron ganando la adhesión de sectores de la población y de algunos periodistas que daban a conocer sus acciones, sobre todo, luego de la guerra de Malvinas, cuando las Madres de Plaza de Mayo dejaron de ser las únicas que reclamaban por sus hijos.
El 9 y el 10 de diciembre de 1982 convocaron a la segunda Marcha de la Resistencia, en la que reclamaban: aparición con vida de los detenidos desaparecidos; restitución de los niños a sus legítimas familias y libertad a los presos políticos. La marcha llegó hasta la Casa de Gobierno y contó con la participación de unas 10.000 personas y un fuerte operativo policial.
Ante la culminación del período dictatorial y como reacción a la autoamnistía que los militares pretendieron a través del decreto-ley 2.924 de Pacificación Nacional, las Madres convocaron a la tercera Marcha de la Resistencia para el 21 y el 22 de septiembre de 1983. Esta vez la consigna era: "contra la ley de amnistía y por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos". Todas las actividades llevadas a cabo por los organismos de derechos humanos contribuyeron a la reapertura democrática.
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Le proponemos la lectura del Acta Fundacional de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo.