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Bibliografía
 
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América

La Revolución de la Independencia de los Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789) y sus ideales de libertad, igualdad y soberanía popular, alentaron  a la independencia de los grupos criollos hispanoamericanos que, habiendo crecido económicamente, se hallaban sometidos a las decisiones de los peninsulares. Además, la sociedad colonial se encontraba constituida por una mezcla de etnias y grupos sociales: mestizos, criollos e indios, cuyos intereses contradictorios produjeron tensiones sociales y políticas; esencia de los conflictos que seguirían marcando la historia de América Latina hasta nuestros días.

Algunos de las cuestiones que alimentaron la efervescencia en América Latina fueron:

  • La lucha por la libertad política en cuya raíz estaba el deseo de solucionar los problemas económicos que se habían desarrollado como consecuencia del sistema monopolista mercantil del que dependían tanto la metrópoli como Hispanoamérica. O al menos, de la incapacidad de España de mantener esos principios: la falta de abastecimiento, la inexistencia de una industria propia, la dificultad de comerciar con España y el estancamiento económico resultante. Ese estancamiento fue producto de un importante crecimiento del sector agropecuario y minero y como la infraestructura no estaba hecha para el comercio intracontinental, dentro del viejo sistema monopolista, ese sector no podía incrementar más su producción. Por eso, necesitaba la inversión de capitales y la introducción de maquinaria y herramientas nuevas, para lo cual se debía lograr el acceso libre al mercado mundial y al sistema bancario internacional.

La contradicción existente entre el poder económico alcanzado por la burguesía criolla y el poder político-administrativo sostenido monopólicamente por los peninsulares. Los indígenas, mestizos, negros -es decir, todo aquel que no fuera criollo o peninsular-,  quedaba al margen de las decisiones políticas y del desarrollo económico. Así crecieron las tensiones sociales entre los peninsulares y los criollos y entre éstos y otros grupos étnicos y sociales.

  • El estallido de insurrecciones -propiciadas por el deterioro paulatino del dominio colonial español- comandadas por el indígena Tupac Amaru en el Virreinato del Perú (1780), el movimiento insurreccional de los comuneros de del Socorro y en la región oriental del Virreinato de Nueva Granada (1781), y del criollo Francisco Miranda en tierras venezolanas (1806). Aunque fracasados, estos intentos se convirtieron en germen de los procesos independentistas y despertaron la conciencia de los americanos de que era posible sublevarse ante el dominio español.
  • La influencia de las ideas de la Ilustración que se fueron difundiendo en Hispanoamérica a finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. A través de la razón, se bregada por la libertad y el progreso humano y social además del progreso económico. En lo político, se anhelaba la soberanía del pueblo y se propugnaba una ruptura con el pasado tradicional monárquico y aristocrático de la sociedad; se buscaba un nuevo modelo basado en la libertad de los pueblos con el que no compatibilizaba el sistema colonial.

  • Las revoluciones en los Estados Unidos y en Francia ejercieron una fuerte influencia en el proceso libertador de Hispanoamérica. A partir de 1783, barcos estadounidenses llegaron a los puertos de las colonias españolas llevando escritos de los revolucionarios norteamericanos (Thomas Paine, Thomas Jefferson, por ejemplo).
  • La incomunicación de España con las colonias americanas, luego de la Batalla de Trafalgar (1805), que dejó a España desprovista de una flota naval, haciendo imposible el comercio monopólico transatlántico. Así, los productores hispanoamericanos se vieron obligados a buscar otros mercados para sus exportaciones. Ese espacio fue cubierto por los comerciantes ingleses.

  • El debilitamiento de los lazos entre la metrópoli y las colonias- como consecuencia de las guerras napoleónicas en Europa- que brindó la oportunidad para desatar la lucha por la separación definitiva.

La situación en América

La independencia de los países latinoamericanos no supuso una solución de las tensiones sociales ni de los problemas económicos. Fue un proceso de liberación política llevado a cabo por la cúspide de la pirámide social. Los sectores populares no vivieron cambios en sus condiciones de vida, aunque hubo algunos intentos de una revolución social además de la estrictamente política.

Independencia de Haití
Text Box:   Pedro Toussaint-Louverture El impacto de la Revolución Francesa se sintió primero en su colonia de Haití, donde los esclavos de las plantaciones se sublevaron contra sus amos, logrando la abolición de la esclavitud en 1794. Luego que España cediera a Francia el territorio de Santo Domingo, el ex esclavo Pedro Toussaint-Louverture se hizo gobernador general en 1801, sin declarar la independencia del país.

Ante esta situación, Napoleón Bonaparte envió una fuerte expedición a Haití al mando de su cuñado para restaurar el antiguo régimen. A pesar de la tenaz resistencia, los jefes negros tuvieron que capitular con los franceses. Toussaint-Louverture fue hecho prisionero y murió en la carcel en Francia, en 1803.

La guerra se reinició con el liderazgo de Juan Jacobo Dessalines, quien junto a las fuerzas revolucionarias venció al ejército francés a finales de 1803. El 1 de enero de 1804 fue proclamada la independencia.

Acta de la Independencia de Haití

Independencia de México

En el Virreinato de Nueva España (actuales territorios de casi la mitad sur de los Estados Unidos, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala), el proceso independentista se inició con el movimiento del cura Miguel Hidalgo y Costilla y el llamado Grito de Dolores, cuyo lema fue “independencia y libertad”. Esta insurrección obtuvo el apoyo de la región de Bajío alrededor del centro minero de Guanajuato y luego, de las regiones que en la actualidad, son los estados de Michoacán y Jalisco.

La distribución desigual de la tierra y el exceso de tributos eran las causas del hambre que afectaba a la población. En los territorios liberados por los insurgentes, Hidalgo abolió la esclavitud y el tributo indígena y ordenó que las tierras se devolvieran a las comunidades indígenas, sus dueñas originarias.

Hidalgo y su ejército fueron vencidos por las fuerzas realistas con el apoyo de los criollos, en enero de 1811. Entonces, asumió el liderazgo, el cura José María Morelos, quien junto a las tropas revolucionarias llegó a ocupar gran parte del sur mexicano.

En Text Box:   Miguel Hidalgo  en el centro del mural 1813, Morelos declaró la independencia en el Congreso de Chilpancingo. En Apatzingán fue promulgada la Constitución de México. Morelos extendió las reformas sociales de Hidalgo, haciéndose así, uno de los revolucionarios más puros y radicales de Hispanoamérica. Fue por este motivo que una parte de los criollos no apoyaron este movimiento revolucionario; temían por su posición privilegiada y por una reestructuración de la sociedad.

Además, Morelos tuvo que repartir su energía en dos campos: tanto el de la implantación de un nuevo sistema político como la lucha militar.

Luego de la ejecución de Morelos por parte de los españoles en diciembre de 1815, la defensa de la revolución quedó a cargo de grupos que, poco a poco, fueron derrotados por los realistas. Hacia 1820, el militar católico y terrateniente Agustín de Iturbide fue designado comandante de las fuerzas que debían combatir los últimos focos insurgentes. Iturbide consiguió el apoyo del ejército, la Iglesia y la oligarquía y en 1821, dio a conocer el Plan de Iguala en el que se reconocía la independencia de México bajo la forma de gobierno monárquica y se garantizaba la igualdad de los peninsulares y los criollos. Iturbide fue coronado emperador de México con el nombre de Agustín I.

Acta de la Independencia de México

Independencia de Paraguay

Habiendo formado parte del territorio del Virreinato del Río de la Plata y luego de rechazar la expedición militar enviada por la Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires al mando del general Belgrano, los sectores dirigentes criollos declararon la independencia del Paraguay el 14 de mayo de 1811.

 El gobierno fue desempeñado por Text Box:   José Gaspar Rodríguez de Francia una junta integrada por Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero y José Gaspar Rodríguez de Francia.

El 12 de octubre de 1813, en el Congreso Nacional reunido en el convento de la Merced y presidido por Pedro Juan Caballero, se resolvió: la adopción del nombre de República del Paraguay, la adopción de la bandera tricolor y el escudo nacional.

Rodríguez de Francia fue electo Dictador Temporal, estrictamente a la usanza romana en 1814 y en 1816, Dictador Perpetuo, cargo que ejerció hasta su muerte. La base de sustentación social de su gobierno fue el campesinado; así rechazó los intentos de la burguesía criolla de adueñarse de los resortes del poder económico y político, tal como ocurrió en casi todas las ex colonias hispanoamericanas.

En 1815, Ignacio Alvarez Thomas, Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, instó al gobierno del Paraguay para que enviara un representante al Congreso de Tucumán con el propósito de jurar la independencia de las Provincias Unidas. Gaspar Rodríguez de Francia no aceptó la invitación argumentando que Paraguay ya había decretado su independencia. Además, planteó su disconformidad con los proyectos de establecer una monarquía con un príncipe extranjero.

En 1816, el nuevo Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, envió a Asunción un emisario secreto, el coronel Baltasar Vargas, con el propósito de promover una conspiración entre los descontentos y obtener así, un cambio en la política paraguaya, pero Vargas fue descubierto y encarcelado.      

Producida la invasión napoleónica a la península ibérica en 1808, la corte portuguesa se trasladó a Brasil, instalándose en Río de Janeiro luego de una breve escala en Bahía. En diciembre de 1815, el regente Juan de Braganza elevó al Brasil a la condición de reino y, meses después, asumió el trono con el nombre de Juan VI.

Text Box:   Juan VI En 1816, las tropas brasileñas cruzaron la frontera meridional de Brasil e iniciaron la ocupación de la Banda Oriental. En enero de 1817, el general Carlos Federico Lecor ocupó Montevideo. La extensión del territorio brasileño hasta las orillas del Río de la Plata, que Portugal no había conseguido anteriormente con la fundación de la Colonia del Sacramento —base del contrabando de los comerciantes portugueses y británicos— debía ser logrado por la guerra militar. El rey Juan VI aprovechó la oportunidad para realizar su plan estratégico.

Fernando VII, como reacción a la política portuguesa, apeló a los monarcas aliados. Inglaterra, Rusia, Francia, Austria y Prusia decidieron mediar en el conflicto por la Banda Oriental; de hecho, se opusieron al proceder de los portugueses. Juan VI trató de evitar ese aislamiento justificando la ocupación de la Banda Oriental como el acto de defensa de una monarquía que luchaba sola en el Nuevo Mundo por el mantenimiento del principio de legitimidad.

Las reclamaciones de Fernando VII fueron rechazadas argumentando que España tenía derecho a tolerar la insurrección de sus colonias del Río de la Plata, pero no podía impedir que Portugal se defendiera de las consecuencias fatales que podía traer aparejada esa rebelión que el gobierno metropolitano no estaba dispuesto a suprimir.

El temor de la corte portuguesa de que la causa revolucionaria se extendiera a su territorio, estaba fundado en la explosión de la lucha social artiguista; el decreto dictado por la Asamblea del 4 de febrero de 1813, que reconocía la libertad a cualquier esclavo que pisara el suelo rioplatense, entre otras situaciones, todo ello inducía a los gobernantes de Portugal  a sostener que la ocupación de la Banda Orient­al debía durar hasta tanto España lograra pacificar las regiones sublevadas y restituyera el orden colonial. Con ese argumento, el gabinete portugués ganó una posición inquebrantable. Mientras tanto, en Londres y París los diplomáticos de las grandes potencias y los interesa­dos directos negociaban.

España, agotada militar y financieramente, no estaba en condiciones de cumplir con las exigencias portuguesas. Bajo la presión de las circunstancias, el gabinete de Madrid solici­tó nuevamente a los aliados su mediación entre la metrópoli y los revolucionarios americanos. Fernando VII creía que sólo de esa manera se podía detener el conti­nuo avance de la revolución y quitar a Portugal el pretexto para mantener el domino de la Banda Oriental.

La diplomacia oficial del congreso reveló la debilidad del sistema de la Restauración y si bien, los dirigentes políticos de 1815 habían esperado lograr el equilibrio europeo eludiendo los sucesos extra-europeos o colocándolos al margen de las negociaciones, ahora estaban obligados a considerarlos.

Independencia de Venezuela

Text Box:   Simón Bolívar El 19 de abril de 1810 se estableció el primer movimiento juntista hispanoamericano en la Capitanía General de Venezuela. El grupo que impulsaba la ruptura con la metrópoli estaba liderado por Simón Bolívar. La independencia de Venezuela se declaró el 5 de julio de 1811, y Francisco Miranda asumió el gobierno de la nueva República.

La primera constitución del país, que se aprobó en diciembre de 1811, resultó beneficiosa para los intereses de los criollos ya que expresaba: libertad de comercio, abolición de los derechos de exportación y de los impuestos a los artículos de consumo, la prohibición de la trata de esclavos manteniendo la esclavitud. La independencia estuvo lejos de colmar las expectativas de los sectores populares, lo que explica que fueran captados por los realistas y se alistaran en su ejército.

Hacia 1812, la primera república venezolana fue arrasada. Bolívar tuvo que exiliarse en Cartagena de Indias y desde allí reclutó un ejército pequeño y fue liberando distintos pueblos de Venezuela en manos de los realistas, hasta llegar a establecer a comienzos de 1814, la segunda república. En Caracas, se otorgó a Bolívar el título de “libertador de Venezuela”, que fue oficializado más tarde en el Congreso de Angostura de 1819.

Luego de reinstalado Fernando VII en el trono español, envió al general Pablo Morillo para reconquistar el territorio de Venezuela. El ejército realista reconquistó Nueva Granada, en octubre de 1816. Morillo llevó adelante una política de escarmiento hacia los criollos. Bolívar debió refugiarse en Haití luego de prometer al presidente Alejandro Pètion que aboliría la esclavitud en Venezuela. Allí, escribió la famosa Carta de Jamaica, en la que analizó al sistema colonial y se comprometió a hacer triunfar la causa americanista.

Simón Bolívar Intentó retomar el territorio venezolano desde Haití, lográndolo el 31 de diciembre de 1816. También apoyó las acciones de los generales criollos José Antonio Páez y Francisco de Paula Santander para liberar de los españoles los territorios del Virreinato de Nueva Granada. En el Congreso de Angostura (17 de diciembre de 1819), se consolidaron las independencias de Venezuela y de Colombia. Bolívar organizó en Venezuela una república y propuso una constitución que establecía un poder ejecutivo fuerte y centralizado, la abolición de la esclavitud y la entrega de las tierras ganadas al enemigo entre los integrantes de las tropas patriotas.

Acta de la Independencia de Venezuela
Carta de Jamaica
Contestación del General Bolívar a un caballero de a esta isla- Jamaica (Fragmento)

Independencia de Chile

Text Box:   Manuel Rodríguez El cabildo abierto del 18 de septiembre de 1810 determinó el establecimiento de una junta de gobierno para Chile en la que los criollos y españoles –ambos aristócratas- compartían el poder. Al igual que en el resto de las colonias hispanoamericanas, se presentaron en la junta dos tendencias: la reformista, que pretendía cierta autonomía manteniéndose bajo el gobierno español y la radical, que buscaba la concreción de la independencia.

Entre 1810 y 1814, Chile dependió del Virreinato del Perú, que se había convertido en el reducto de los realistas. Sin embargo, durante ese período, sin haber hecho una declaración formal de independencia, se vivió en Chile una provechosa experiencia de autogobierno.

José Miguel Carrera, militar chileno que había formado parte de las fuerzas del rey, se destacó en este período como defensor de las ideas revolucionarias. En 1812, un Congreso aprobó el Reglamento Constitucional Provisorio en el que se reconocía la soberanía del pueblo ejercida a través de representantes, prohibía obedecer cualquier autoridad no residente en Chile, adoptaba la religión católica, enumeraba garantías individuales, reconocía la libertad de imprenta y la igualdad de todos los habitantes.

Hasta fines de 1813, la revolución en Chile se había desarrollado sin luchas contra los españoles, pero desde entonces, las tropas del virrey Abascal hostigaron a las fuerzas patriotas hasta vencerlas el 2 de octubre de 1814, en Rancagua.

Los revolucionarios buscaron refugio en Cuyo, donde José de San Martín maduraba el proyecto de liberar a toda América como única garantía de consolidación de la independencia americana. Para ello, contó con el apoyo de Bernardo de O’Higgins. En todo Chile, San Martín tuvo informantes que se convirtieron —cuando las circunstancias ameritaban— en jefes de pequeñas partidas milicianas que mantuvieron en jaque a las fuerzas europeas. Un joven abogado chileno, Manuel Rodríguez, recorrió las provincias centrales de Chile durante 1816 y 1817 con la finalidad de fomentar en la población la rebeldía contra los españoles. El 12 de febrero de 1817, tras la batalla de Chacabuco, la independencia de Chile quedó sellada.

Proclamación de la independencia de Chile

Política exterior de los Estados Unidos

Text Box:   Joel Robert Poinsett El 4 de julio de 1776 las colonias inglesas se habían independizado de su metrópoli y habían conformado los Estados Unidos de Norteamérica. Desde sus inicios, la política exterior de los Estados Unidos tuvo como objetivos: la expansión de sus fronteras hacia el sur y el oeste, y el logro de una mayor libertad de comercio y la reducción de los puntos de contacto entre Europa y el continente americano. En el cumplimiento de esos propósitos, Hispanoamérica se vería afectada ya que los territorios codiciados por los gobernantes estadounidenses eran hispanoamericanos y las revoluciones en las colonias españolas facilitarían su adquisición.

La creación de países independientes —sobre todo de repúblicas democráticas— que rompieran con el monopolio español, aportaría al desarrollo de relaciones comerciales con ellos. Además, la ruptura de relaciones con los países europeos restringiría la ingerencia de éstos en la política americana.

Por estas razones, el gobierno de los Estados Unidos siguió de cerca el desarrollo de los movimientos de liberación hispanoamericanos. Estos ideales norteamericanos no podían concretarse sin tropezar a cada paso con la rivalidad con Gran Bretaña.

A comienzos de 1811, arribó a Buenos Aires Joel Robert Poinsett, nombrado por el gobierno norteamericano como agente ante el Río de la Plata, Chile y Perú con la finalidad de fomentar el comercio con las colonias españolas, informar acerca de lo que acontencía en ellas, resguardar los intereses norteamericanos ante el avance de los británicos y comunicar a los nuevos gobiernos que:  

“[...] en vista de una separación política de la madre patria y del establecimiento de un sistema independiente de gobierno nacional (esta situación) coincidirá con los sentimientos y la política de Estados Unidos, a fin de promover las más amistosas relaciones y el más liberal comercio entre los habitantes del hemisferio. [...]”

Scenna, Miguel Angel. ¿Cómo fueron las relaciones argentino-norteamericanas?, Buenos Aires: Plus Ultra, 1970, p. 22.

En la misma época, el gobierno de Buenos Aires envió una misión diplomática para lograr el apoyo de los Estados Unidos al proceso independentista y adquirir armamento. Los enviados, Diego de Saavedra y Juan Pedro Aguirre consiguieron comprar armas a bajo costo y concitaron la simpatía del Secretario de Estado, James Monroe, pero no lograron el apoyo oficial del presidente Madison que, a pesar de haber reconocido en sus discursos que no permanecerían indiferentes ante las naciones que pudieran surgir en el sur, había declarado oficialmente su neutralidad en el conflicto entre el reino de España y sus colonias en América. Esta era una neutralidad interesada, que se fundaba en la codicia norteamericana por la transferencia del gobierno español de los territorios de la Florida.

La posición neutral de los Estados Unidos se agudizó al iniciarse en 1812 la guerra con Gran Bretaña por el dominio del territorio de Canadá y luego, a partir de la restauración de Fernando VII al trono de España y del reclamo de restitución de sus colonias americanas.

En enero de 1816, en vísperas de la declaración de independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el Director Supremo Martín de Pueyrredón envió a los Estados Unidos a Martín Jacobo Thompson en misión secreta para lograr el apoyo del gobierno de ese país. El presidente Madison evaluó la situación sudamericana como poco propicia para romper los lazos con España y el resto de los países europeos ya que las fuerzas realistas habían vencido a los revolucionarios en Chile, en el Alto Perú, en Venezuela y en Nueva Granada; en consecuencia, el Río de la Plata podía correr la misma suerte.    

En 1817, James Monroe reemplazó a Madison en la presidencia de los Estados Unidos y delegó en John Quincy Adams la relación con las colonias hispanoamericanas. El nuevo representante tenía poca confianza en la victoria de la causa revolucionaria; consideraba a estas colonias como turbulentas y demasiado católicas como para lograrlo. Sin embargo, expresó en su diario personal:
 
“[...] Que nunca había dudado de que el resultado final de la presente lucha sería la plena independencia respecto de España. Que nuestra política y nuestro deber fuese no tomar parte en la contienda [...] El principio de neutralidad en todas las guerras extranjeras, era, a mi juicio, fundamental para mantener nuestras libertades y continuar nuestra Unión. Mientras luchaban por su independencia, deseaba el triunfo de su causa; pero no había visto y aún no veía que tuviesen el propósito de establecer instituciones libres o liberales de gobierno [...] En todas sus instituciones, así como en sus costumbres, estaba grabado un marcado sello de poder arbitrario, militar y clerical. Tenía pocas esperanzas que pudiera resultar algún beneficio para nuestro país de nuestra futura relación con ellos, tanto en el orden político como en el comercial”.

Scenna, Miguel Angel. ¿Cómo fueron las relaciones argentino-norteamericanas?, Buenos Aires: Plus Ultra, 1970, p. 28-29

Ante la inminente intervención de las potencias europeas en territorio americano —para que Fernando VII recuperara sus territorios— y la creciente influencia de los rusos hacia el Pacífico sur, desde su colonia en Alaska, el presidente Monroe evaluó que había llegado el momento de reconocer la independencia de las nuevas naciones y sentar la posición de los Estados Unidos respecto del acontecer americano. Este análisis fue realizado en el mensaje anual que brindó el presidente al Congreso de los Estados Unidos, el 2 de diciembre de 1823.

La declaración unánime de los trece Estados Unidos de América

La Doctrina de Monroe
Fragmento del séptimo mensaje anual del Presidente James Monroe ante el Congreso de los Estados Unidos (2 de diciembre de 1823)