Hablar de tradición suele generar polémica y diferencias de opiniones. Es un vocablo ambiguo y polisémico que presenta problemas conceptuales de contenido y significación.
El vocablo tradición deriva del latín tradere, entregar. Entregar el contenido espiritual de una generación a otra, la herencia cultural o las creencias y las actitudes de padres a hijos. Tradición es, por extensión, el conjunto de conocimientos que cada generación transmite a la siguiente.
También se asocia al término a dos palabras latinas: trans y dictio; “a través de” y “palabra”, respectivamente. Por lo cual se relaciona a la tradición como aquel contenido que es transmitido en forma oral.
Frecuentemente se ha vinculado la tradición a la noción restrictiva de aquello inamovible, estático, inalterable y pretérito. En 1968, se llevó a cabo en la Argentina el Primer Congreso Nacional de la Tradición.
A continuación, rescatamos conceptos de tradición vertidos en los trabajos presentados:
“[...] el rumbo del futuro es volver los ojos y con ellos el alma hacia nuestras tradiciones. Seguir el rumbo que nos trazó la fe cristiana desde que irrumpimos ante el mundo como pueblos libres. Seguir el rumbo de nuestras costumbres familiares cimentadas en el decoro, la dignidad, la honradez. Seguir el rumbo de la inspiración nativa en lo que canta el pueblo y, por último, seguir el rumbo de la iniciativa criolla que fue siempre original [...] No vamos a resucitar lo primitivo; pero sí rehacer nuestras fuerzas en ese manantial cristalino de fe, de optimismo y de amor a la obra del Creador Supremo que nos legaron nuestros antepasados. Así entendemos el culto a la tradición [...]”
Discurso del señor Intendente Municipal de la Ciudad de La Rioja, Arq. Julio César de la Colina, en Anales del Primer Congreso Nacional de la Tradición, Secretaría de Estado de Cultura y Educación: Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, junio de 1968, p. 30.
Estas definiciones muestran que la tradición fue entendida como un sistema inalterable de usos y costumbres digno de conservarse, respetarse y practicarse por los miembros de la sociedad. Sistema que debe ser vivido como una recomendación positiva. Además, asocian tradición a la idea romántica del rescate de lo puro, lo simple y lo elemental, lo natural y lo originario que debe ser venerado como la única y más alta fuente de valor.
En el Primer Congreso Nacional de la Tradición, se reconoce el aporte hispano-cristiano como el hacedor del “ser nacional argentino”, al que se le incorpora el legado nativo-criollo.
Estos elementos ya habían sido tenidos en cuenta por Domingo Sarmiento, Joaquín V. González, Ricardo Rojas cuando a fines del siglo XIX, la composición de la población argentina ocupaba a los intelectuales y políticos. Esta mirada también vincula el concepto de tradición con el biologismo en boga por entonces.
Joaquín V. González, en 1898, en su obra La tradición nacional, planteaba que se debía rastrear el origen del hombre argentino en el encuentro de culturas y de dos concepciones sacras. En este sentido, la cosmovisión de las sociedades que se vincularon giraba en torno a un Dios único en el caso de la cristiandad hispánica y a dioses varios, en las culturas indígenas. El mestizaje de ambas daría como resultado una nueva raza; es decir, un tipo humano novedoso por sus caracteres físicos y psicológicos. De la fusión de estos genes biológicos, surgían los caracteres del americano-argentino conformando una tipología con rasgos propios.
Las modos culturales, las costumbres y las tradiciones serían la manifestación de determinadas cualidades raciales. La fusión étnica que se dio en América-Argentina se encaminaba a que las formas culturales europeas pudieran operar sobre la heterogeneidad mestiza y lograr una homogeneización cultural. La transmisión del capital cultural europeo debía ser incorporado como innato y naturalmente dado. Así lo explicaba el ensayista Ángel Rosenblat:
“El signo de América es la fusión de pueblos y de razas. La población indígena y la de origen africano, tienden a incorporarse a la población general. En algunas regiones esa incorporación es ya casi completa (Argentina, Uruguay, Costa Rica). En las demás, alternan todavía los contrastes más violentos. Pero junto a ellos se encuentran siempre los matices intermedios, con progresiva tendencia al blanqueamiento. Los extremos cuentan cada vez menos numéricamente. La tendencia es la conciliación. Las grandes ciudades modernas, con su afluencia constante del exterior y del interior, con su crecimiento expansivo, contribuyen a moldear en cada país un tipo más homogéneo. Y ese tipo nuevo, en que sobreviven el indio y el africano, se acerca cada vez más al del hombre europeo. La tendencia general es la europeización del continente”.
Rosenblat, Ángel. La población indígena y el mestizaje en América. Buenos Aires: Nova, 1954, tomo I, p. 35.
Otras ideas colocan a la tradición en un esquema dualista en el que lo tradicional se vivencia como anacrónico, atrasado, estancado, en contraposición a lo moderno, caracterizado por el progreso que imprimen las novedades provenientes del mundo moderno y que permiten el desarrollo beneficioso de la sociedad. En Facundo (1845), Sarmiento puso de manifiesto esta mirada al describir las bondades de la ciudad y el atraso de la vida rural, confrontando los valores universales a los locales.
Estos usos del concepto tradición han sido revisados durante el sigo XX por antropólogos, sociólogos, historiadores, etc. Se advierte que tratan de ampliar la idea de tradición, de relacionarla a la cultura y de desentrañar las complejidades y los matices que involucra.
El antropólogo e historiador Melville Herskovits dice que tradición es:
“[...] sinónimo de cultura que se expresa objetiva y materialmente en creencias y símbolos, además de ser una construcción mental del investigador para dar cuenta de la continuidad y similitud de prácticas y conductas a través del tiempo”.
En tanto, para la antropóloga Ruth Benedict:
“[...] la tradición hace referencia a lo peculiar y lo singular de una comunidad. Es lo que distingue a una sociedad de otra, costumbres y hábitos, normas y pautas de conducta heredadas de generaciones anteriores”.
Asocia tradición a cultura e interpreta que ésta no sólo es reproducida y revitalizada por los miembros de la sociedad, sino que, también es confrontada, cuestionada y transformada por ellos.
Asimismo, el sociólogo Anthony Giddens aclara que:
“Todas las tradiciones son tradiciones inventadas. Ninguna sociedad tradicional fue totalmente tradicional, y las tradiciones y costumbres han sido inventadas por varias razones. No debemos pensar que la construcción consciente de una tradición se da sólo en la era moderna. Es más, las tradiciones siempre llevan incorporadas poder. [...] Reyes, emperadores, sacerdotes y otros las han inventado desde hace mucho tiempo en su beneficio y para legitimar su dominio".
Plantea que las tradiciones no permanecen impenetrables al cambio y que son cuidadas y reproducidas por guardianes que tienen autoridad para reproducir ciertos rituales. Afirma que la posibilidad de cambios que propicia la globalización es la que produce inseguridad en los individuos.
Estos autores aportan la noción de que tradición y cambio no compiten sino que se complementan y que en las sociedades, la tradición se manifiesta cotidianamente un continúo entre pasado, presente y futuro; en una relación dialéctica entre continuidad y cambio.