Agua en la cabeza.-1ª ed.- La Plata: Club Hem Editores y Pixel Editora, 2014, 320p. (La Conspiración de los puentes;2)

Juan Bautista Duizeide es escritor, traductor, periodista y piloto de buques mercantes. En el libro “Agua en la Cabeza”, presenta el relato “Muerte por agua dijo ella”, el texto esta acompañado por ilustraciones de Fabiana Di Luca.
El relato que publica en “Agua en la cabeza” es un mapa urbano tan denso como cualquier geo referencia que él realiza en múltiples libros y aguas. Pero, en este caso, habla de aguas en la  urbe con códigos que no tienen respuestas (para muchos). Describe un adentro en el mar urbano de ese momento, del día en que la ciudad quedó bajo agua.
En este texto que presentamos, Juan B. Duizeide nos cuenta su vivencia sobre ese 2 de abril de 2013 y como nació la idea del libro que es una construcción colectiva donde muchos autores, ilustradores y artistas plásticos nos invitan a seguir pensando con belleza, dolor y aspereza.

Me inundé. No tanto, medio metro. Estuve unas horas sacando agua a baldes de otra casa, luego crucé / cruzamos la ciudad bajo la lluvia para ver cómo estaba mi casa una vez que la situación estaba controlada en esa otra casa (hacerlo antes era dejar naufragar dos casas). Vi / vimos bastante en ese trayecto, ¿a eso de las ocho de la noche? ¿nueve?, como para darnos cuenta que se trataba de una catástrofe. En mi casa, llegamos a alzar unos cientos de libros, luego el agua empezó a entrar a toda velocidad por debajo de la puerta y decidí que nos fuéramos. Al salir otra vez, para ir a buscar el auto, que debimos dejar a tres cuadras y media, el agua nos daba por la cintura. Por un momento tuve una doble extrañeza: ver la calle de la vuelta de mi casa convertida en un río de montaña, por un lado; por otro, sentir miedo del agua luego de haber vivido buena parte de mi vida preparándome para manejar barcos y manejarme en el agua y poniéndolo en práctica. Porque se trataba de un agua otra, y por lo tanto buena parte de aquello aprendido me resultaba inútil. El miedo duró nomás unos segundos, luego la mente se convirtió en una especie de máquina de encontrar la mejor manera de zafar de ahí. Por ejemplo, sabía que no teníamos demasiado tiempo para llegar hasta el auto, en el terraplén. Si el agua seguía subiendo, no había certezas de que lográramos llegar ni de que el auto estuviera allí al llegar. Y si en ese rato -eterno- se levantaba viento fuerte había mucho riesgo de que se cayera uno de los cables al agua por la que caminábamos, y como edelap no había cortado la luz...

Alcanzamos el auto, cruzamos la ciudad sin atender mano o contramano, sino profundad de la calle y fuerza de la correntada...

En los días que siguieron, como tantísimos, me dediqué desde la mañana temprano a secar y limpiar mi casa y mis cosas, y por la tarde, luego de entrar todo de nuevo, a ir llevar cosas desde los lugares en que las juntaban hasta los lugares donde las necesitaban.

Con todo eso podría haber cocinado un fast book para ofrecerle a una editorial. No. Hubiera sido una especulación con la catástrofe y además me interesaba otra cosa. Conocía a la gente de Club Hem, les hice la propuesta y aquí está el libro: es el producto de un trabajo colectivo.

Además, escribir sólo un cuento te libra de una de las ataduras más terribles para quien escribe narrativa: el fantasma de la totalidad. Habría en todo caso, una totalidad posible a partir de la yuxtaposición, armonización, choque o lo que fuera de muchas voces.

Escribí como si fuera propia -creo que de eso se trata- la historia de otro. Un otro muy similar a mí en algunas cosas, pero decididamente otro. Una pequeña historia entre tantas del libro, entre tantas ocurridas o imaginadas en la ciudad.

No hice una planificación de una serie de ideas para luego ejemplificarlas mediante una prosa narrativa. Jamás me funciona así, y dudo incluso que pueda un texto narrativo funcionar así. Pero si me releo encuentro algunas ideas fuerzas: lo endeble que es toda posesión, la futilidad de la imagen que uno se hace de sí mismo y que los demás se hacen de uno, la imposibilidad de salvarse sin valentía y sin amor.

Julián Axat es poeta y defensor del fuero de responsabilidad juvenil de La Plata, su poesía ha sido traducida al francés, inglés y portugués. Es autor de “La Plata Spoon River”, una antología sobre la inundación. Conversamos con Axat y nos contó cómo imaginó este libro, cómo fue el proceso de construcción y su mirada sobre lo transcurrido a un año de la inundación en la ciudad de La Plata.

Entrevista disponible en:
http://www.youtube.com/watch?v=GPSKkczjizY

La Pulseada : atormentados [en línea]. La Plata : Obra del Padre Cajade, (114), oct. 2013 [fecha de consulta: abril de 2014].

Disponible en: www.lapulseada.com.ar

Mascaró. A la caza del futuro americano : La marca del agua [en línea]. [fecha de consulta: abril de 2014].

Disponible en: http://revistamascaro.org/2013/05/

Revista Anales de la Educación Común.  Etapa Digital: Educación y situaciones de catástrofe [en línea]. La Plata: Dirección General de Cultura y Educación,  2 (3), 2013. [fecha de consulta: abril de 2014]

Disponible en: http://revistaanales.abc.gov.ar/

CENDIE. Guía de sugerencias prácticas para el rescate de colecciones dañadas por el agua [en línea]. La Plata : Dirección General de Cultura y Educación, 2013. [fecha de consulta: abril de 2014].

Disponible en: http://servicios2.abc.gov.ar